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sábado, 15 de mayo de 2010
Danny the Dog (2005)
Dir. Louis Leterrier
Int. Jet Li, Morgan Freeman, Bob Hoskins
102 min. Francia / Reino Unido / EE.UU.
Ésta es la historia de Danny, un joven chino huérfano y amnésico que es acogido por el “tío Bart”, un gángster mafioso el cual, consciente del potencial del muchacho para la lucha, ha hecho de él toda una máquina de matar con la que coaccionar a las víctimas de sus chantajes y demás negocios turbios. Privado de cariño desde un trágico acontecimiento que sumió al joven en una especie de shock traumático emocional, Danny lleva una vida afín a la de los perros de lucha que son entrenados para combatir y matar, teniendo una mugrienta jaula por alojamiento, comida enlatada de dudosas cualidades nutritivas como sustento y un collar que conlleva la sumisión y la docilidad cuando está puesto y que, cuando no lo está, desata toda la agresividad y el odio del muchacho, siempre al servicio del desalmado Bart...
...Hasta que, un buen día, Danny tiene la oportunidad de descubrir la auténtica desgracia de su pasado, establecer vínculos emocionales y afectivos con una verdadera familia que le abre las puertas de sus corazones, reencontrarse consigo mismo y en definitiva redimirse gracias al poder curativo de la música. Sin embargo, no le será tan fácil renunciar a su pasado delictivo a las órdenes de Bart, y no tardará el joven en comprender que no sólo su propia vida, sino también la de aquellos a los que ama, dependerán exclusivamente de sus extraordinarias habilidades para la lucha, habilidades que podrá utilizar en esta ocasión con fines defensivos y no ofensivos en una confrontación de alto calado dramático y épico en la que estará en juego su misma alma y el anhelo por alcanzar una vida más digna y hermosa.
Ésta es la premisa argumental de la que parte la película "Danny the Dog", el trigésimo-cuarto film de la estrella de Beijing Lian Jie Li, más conocido internacionalmente como “Jet” Li por la pasmosa velocidad a la que ejecuta muchas de las más intricadas y exuberantes coreografías marciales legadas por el cine de Hong Kong desde los últimos veinte años. Han pasado ocho años desde que este prodigio del Wushu chino, arte en el que ha sido campeón de toda China por cinco veces consecutivas, decidiera probar suerte en el mercado occidental, alternando proyectos en películas americanas que han oscilado entre lo correcto ("Romeo Debe Morir", "El Único") y lo execrable ("Nacer para Morir") con otros en películas francesas producidas por el nuevo mecenas del cine de artes marciales europeo, Luc Besson, gracias al cual hemos podido disfrutar de maravillas como "El Beso del Dragón" y la que ahora nos ocupa, "Danny the Dog", que constituye su mejor trabajo de nacionalidad no asiática hasta la fecha.
"Danny the Dog" ofrece una nueva vuelta de tuerca al mito de Pigmalión, presentando a uno de los personajes más agradecidos en cuanto a profundidad y complejidad psicológica de cuantos haya podido interpretar Li hasta la fecha. Afortunadamente, el actor sabe sacar provecho de la oportunidad brindada, demostrando cuán equivocados estaban aquellos que permanecían aferrados a la máxima de que “Jet Li no sabe actuar” en base a la evidencia de una serie de papeles, ya limitados de por sí, ofrecidos en películas americanas. Películas que, por otro lado, no constituyen ni una tercera parte de la amplísima filmografía del actor, acostumbrado a otra mentalidad, a otro tipo de hacer cine y, en definitiva, a otra forma de contar historias.
Jet Li está perfectamente secundado por figuras de lujo como Morgan Freeman y Bob Hoskins, que cumplen su cometido con la profesionalidad y genialidad esperable en ellos. Freeman vuelve a regalarnos uno de esos personajes templados, sabios, reflexivos y filántropos a los que nos tiene acostumbrados, mientras que Hoskins despunta especialmente por la intensidad con la que borda, y de qué manera, su papel de villano. No podemos olvidarnos de Kerry Condon en el papel de una bastante atípica partenaire del protagonista, con el que establecerá una sugerente relación que oscila entre la fraternidad y un romance no consolidado en pantalla.
Mas, como antes hacía alusión, es el papel de Danny el que ofrece mayores satisfacciones como personaje, y sobre el que recae todo el peso de la trama. El joven es criado como un animal y aprende a comportarse y dar lo que de él se espera en cada situación, desde la sumisión más absoluta hasta la liberación de los instintos más primarios y salvajes del ser humano. Cuando Danny conoce al afinador de pianos ciego y su hija, tendrá la oportunidad de descubrir un mundo nuevo, el de los sentimientos, el de la liberación, el del amor, el de su propio redescubrimiento... empresa que deberá acometer solo, pese al apoyo ofrecido por su nueva familia.
En ese proceso de redención personal, Danny contará con la guía de un elemento esencial que se alzará en símbolo del mundo de las emociones que le habían estado vedadas durante tanto tiempo: la música. La música como lenguaje del alma, como caricia del espíritu, como respuesta antagónica a la espiral de violencia y degradación a la que Bart había conducido al joven desde su misma infancia. Como comenta Victoria (Condon) en el epílogo de la película, la música llegará a salvar a Danny de sí mismo.
Como puede esperarse en una historia de estas características, la narración está estructurada en tres partes claramente diferenciadas: en la primera se nos muestra el día a día en la vida de Danny al servicio del mafioso, estableciendo el punto de degeneración humana a la que se había conducido al personaje; la segunda se centra en el proceso de reconversión del mismo, en su renacimiento a un nuevo mundo de sentimientos que terminarán por convertirlo en una persona distinta; finalmente, en la tercera parte un renacido Danny deberá tomar una decisión y enfrentarse a su pasado, aún a riesgo de perder lo que más le importa, encontrando así la redención. Como se verá más adelante, la coreografía de las luchas se adapta perfectamente a las exigencias de la historia, contribuyendo como un elemento más a la narración de la historia en sus distintas etapas.
La película se beneficia sobremanera de las grises localizaciones en las que transcurre la historia, Londres y Glasgow, las cuales contribuyen especialmente a la gestación de esa atmósfera tan especial de la que se nutre la película, una atmósfera decadente e industrial, de exigua riqueza cromática, una atmósfera que acompaña al personaje en su proceso de rehabilitación social y afectiva. Acostumbrados a las típicas siluetas de los rascacielos de las ciudades estadounidenses, este cambio de escenario resulta tan acertado como inspirado.
Igual de acertada es su peculiar banda sonora, a cargo del grupo Massive Attack, el cual nos ofrece un conjunto de monótonos ambientes sonoros urbanos de un estilo sucio e industrial para retratar los aspectos más sórdidos de la vida de Danny al servicio de Bart, sin descartar algunos pasajes de mayor ternura y emotividad para los momentos más íntimos de su convivencia con Sam y Victoria.
Y, con respecto a las coreografías de lucha, decir que aunque las peleas estén concentradas en los primeros y últimos minutos del film, dejando más de cuarenta minutos intermedios centrados en la evolución emocional del personaje, éstas no obstante constituyen las mejores secuencias de lucha que nos haya regalado Li desde decidiera probar suerte en Occidente. Siempre que Jet Li y el maestro Yuen Wo Ping se unen saltan chipas, y ésta no es una excepción.
Las primeras peleas tienen como justificación retratar el grado de salvajismo de un personaje criado y utilizado por su “amo” como si fuera un animal, de ahí que aboguen por un estilo poco depurado y de carácter más callejero en el que todo vale. Li ofrece todo un recital de velocidad y precisión, descartando complicadas combinaciones de movimientos, bloqueos y ataques en pos de golpes más directos y contundentes ejecutados a gran velocidad y con una tremenda e impactante rabia.
A medida que su personaje evoluciona, su estilo de lucha va adquiriendo un enfoque más eminentemente defensivo, como puede apreciarse en la estupenda secuencia de acción en lo que parece ser una arena de lucha contra varios adversarios, en la que al principio el personaje se muestra reacio a responder al ataque, hasta que comprende que no le queda otra alternativa.
Sin embargo, el momento con mayúsculas de esta fascinante película en lo que a luchas se refiere tiene lugar en lo que constituye el clímax final de la película, donde Danny ha de enfrentarse con toda la banda de mafiosos de Bart y, en especial, un nuevo y letal adversario que está dispuesto a utilizar todos sus conocimientos de artes marciales para liquidarlo. El enfrentamiento entre ambos personajes está excelentemente coreografiado por el maestro Ping. En todo momento puede verse lo que está ocurriendo, no se abusa de los primeros planos y de engañosos trucos de cámara. La secuencia que tiene lugar en el interior del estrecho habitáculo de un retrete es especialmente destacable, obligando a ambos contendientes a hacer uso de técnicas de corto alcance (con especial hincapié en el uso de los codos) para frenar y demoler al contrincante. A estas alturas Li se permite el lujo de hacer uso de algunas impresionantes técnicas de wushu con y sin armas, consiguiendo una de las mejores escenas de lucha vistas en un cine en los últimos años.
En definitiva, "Danny the Dog" es un afortunado cambio de sentido en la trayectoria profesional de este maestro, la cual no parece tener mucho futuro en los Estados Unidos, tal y como están las cosas. En este sentido, resulta significativo hasta qué punto la sensibilidad europea parece ser más afín a la hongkonesa en lo que a películas de artes marciales se refiere, apostando por un estilo más realista e impactante a la hora de rodar y filmar coreografías de lucha, siempre con el asesoramiento de los genios de Hong Kong. En cualquier caso, Jet Li vuelve a consolidar en esta película su prestigio y reconocimiento como uno de los más grandes artistas marciales que haya dado el cine, a la vez que disipa dudas sobre su capacidad a la hora de afrontar proyectos que requieran de una mayor intensidad y riqueza interpretativa.
A modo de conclusión, tanto si te apasiona el cine de artes marciales como si no, es muy probable que encuentres en esta atractiva cinta algo de interés, razón por la cual no puedo por menos que recomendarla encarecidamente a todos aquellos que quieran ver una buena historia que además apela a nuestras emociones más profundas, como aquéllas que perduran en la forma de bellas sonatas para piano.
Calificación de la película: **** 1/2 sobre *****
Calificación de la banda sonora: **** sobre *****
Escrito por: Luis
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