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viernes, 21 de mayo de 2010
Session 9 (2001): Análisis de la película y su banda sonora
Dir. Brad Anderson
Int. David Caruso, Peter Mullan
100 min. EE.UU.
Un grupo de trabajadores es contratado para retirar peligrosos residuos de amianto de un antiguo hospital psiquiátrico en vísperas de una pronta restauración. A medida que avanza el trabajo de limpieza, van surgiendo evidencias acerca del oscuro y siniestro pasado de dicho psiquiátrico, un pasado que incluye abusos de pacientes, procedimientos médicos medievales y salvajes, así como rumores de posesiones demoníacas. Igualmente, los cinco trabajadores contratados guardan una serie de secretos personales que les hacen ser especialmente susceptibles a las malignas influencias del aterrador complejo psiquiátrico. Al final, a medida que la presión avanza y el trabajo se vuelve más arduo, el edificio aprovechará sus secretos para provocar el desmoronamiento de los más débiles y utilizarlos para que den rienda suelta a sus instintos más ocultos y reprimidos.
"Session 9" es una película lenta. Como las grandes historias de Stephen King, se toma su tiempo para presentar a los personajes, para ahondar en sus vidas, y sus relaciones los unos con los otros. A medida que avanza la película vamos comprendiendo los lazos y las relaciones que se establecen entre unos y otros, lazos que no son siempre de afecto o compañerismo. A medida que los acontecimientos se van desarrollando, se va imponiendo un sentimiento de fragilidad, tanto interna como externa. Externa, en el sentido de que los lazos que unen unos con otros van haciéndose cada vez más débiles, e internas en el sentido de que poco a poco el interior de cada uno de ellos va aflorando, y nos va mostrando sus defectos y debilidades, lo que contribuye a crear una sensación de desmoronamiento. Somos conscientes de que algo va a pasar aunque no comprendamos qué, el por qué y el cuándo.
El edificio, en ese sentido, es un personaje más de esta película, y un personaje fundamental. Al igual que las personas que trabajan en él, este edificio guarda muchos secretos. En ningún momento se nos dice si es un edificio encantado, habitado por alguna entidad demoníaca. Más bien podríamos decir que todo el cúmulo de espeluznantes acontecimientos acontecidos en el mismo durante tantos y tantos años acabó por depositar un aura, una sutil esencia de maldad sin límites, que tras tantos y tantos años se encuentra en estado aletargado, pero igualmente presente, a la espera de algo que le permita volver a la vida.
Especial importancia, a efectos argumentales, posee un caso de personalidad múltiple, en el que, como suele ser habitual en estos casos, cada una de las distintas personalidades cumple un rol específico: la princesa, encarna la inocencia de la paciente, Billy encarna el deseo de protección, y Simon representa el lado maligno y posesivo, la personalidad psicópata de la paciente acusada de homicidio ritual. Si la princesa mora en la lengua, por su incontrolable locuacidad, y Billy en los ojos, pues lo ve todo, Simon mora en los débiles... y los enfermos. Es precisamente con esta última frase que termina la película, cuando el espectador ha asistido a una de las exhibiciones de terror más espeluznantes y brillantes de la historia del cine.
Es importante considerar el caso de esta paciente, ya que cada una de sus distintas personalidades van apareciendo progresivamente a medida que avanza la película, aportando pistas e ideas sobre lo que ocurrió realmente en el pasado y, mucho más importante aún, sobre lo que está por ocurrir. Lamentablemente, y aunque algunos de los personajes van tomando conciencia del problema que pueden llegar a tener, ninguno de ellos lo hace hasta el punto de prever lo que realmente acaba por suceder en su sangriento desenlace.
Pero durante la mayor parte de la película, nada ocurre, o al menos, eso es lo que parece, ya que en realidad la película, como antes comenté, se toma su tiempo para ir presentando a los personajes, las situaciones, las distintas situaciones y tensiones por las que tienen que pasar y, más importante aún, para describir y presentar al personaje principal, el mismo complejo psiquiátrico, no sólo mediante el uso de una sobria fotografía, sino también mediante una serie de episodios como son las distintas sesiones de la paciente que contribuyen del mismo modo a arrojar algo de luz acerca de lo que aquellas paredes presenciaron años ha, así como de la energía estancada, enferma, siniestra, residual, que permanece latente entre aquellos muros desde entonces.
Si las casas encantadas son edificios en los que existe un residuo energético negativo, entonces el psiquiátrico de Session 9 es una de las casas encantadas más siniestras de la historia del cine. En sí, el hecho de que el edificio sea un hospital psiquiátrico en vez de una lujosa mansión victoriana contribuye sobremanera a la hora de transmitir una sensación de vacío, de aislamiento, de terror en estado puro como nunca antes se ha visto. No hay ostentosas escalinatas, ni estatuas con efigies griegas, ni tampoco suntuosas lámparas decimonónicas, ni tapices de valor incalculable. Por el contrario, el edificio es frío, simétrico, con abundancia de espacios amplios y estrechos pasillos, y retorcidas escaleras. A medida que los personajes excavan más y más en el interior del edificio, más sale a relucir su auténtica naturaleza, retorcida, enferma, vacía... es ese vacío tan lovecraftiano como ausencia de todo, ausencia de color, de forma, de vida, de calor... ese vacío tras el cual no hay más que la negación de todo, el aislamiento, la locura... todo ello representado por un enorme complejo de edificios exteriormente no exentos de una cierta elegancia e incluso belleza.
El gran mérito de "Session 9" está en que consigue crear escalofríos. Cuando la cámara se adentra en el edificio, consigue que realmente nos sintamos como si estuviéramos en realidad dentro del edificio, y consigue que sintamos una desazón y una sensación malsana como si estuviéramos allí nosotros mismos. Huyendo de efectos especiales, de complejos efectismos y una música llamativa, "Session 9" consigue en todo momento conservar una sobriedad espeluznante, la misma sobriedad, ausencia de todo, a la que se enfrenta la mente de un enfermo como los que habitaban el psiquiátrico en el pasado. Es un edificio de oscuridad, tras la que se guardan oscuros secretos, y también de luz, pero no una luz radiante. Aquellas habitaciones iluminadas por la luz del sol tienen un aspecto enfermizo, como si la misma luz perdiera brillo al traspasar los cristales rotos de las ventanas. Es un edificio de silencio, un silencio aterrador. El silencio como ausencia de sonido y también como una especie de eco de nuestros propios miedos y terrores.
Los personajes deben enfrentarse a un edificio en el que mora el mal en su estado más puro, más sutil, más escalofriante. No hablamos de espectros, ni fantasmas, ni demonios, ni nada por el estilo. No hay puertas que se cierran y se abren, ni cuadros que se desploman, en ningún momento la casa hace ningún movimiento perceptible que nos permita deducir que está viva. Sus movimientos operan en el interior de los individuos, ya que el edificio hurga en lo más recóndito del subconsciente de los personajes. Al mismo tiempo que los trabajadores avanzan en su investigación, el edificio los va escrutando, examinando con la precisión del bisturí de un cirujano, hurgando en su pasado, buscando, buscando entre aquellos baúles de recuerdos, memorias, frustraciones y miedos, resortes que activen sus miedos más profundos, resortes que le permita al edificio controlarlos y manejarlos. El edificio, aparentemente sin vida, examina, busca, y cuando encuentra lo que busca espera, poco a poco. Tiene todo el tiempo del mundo. Va dejando que los mismos personajes se vean abrumados por tales miedos y deseos, por su débiles y enfermas psiques, de manera que de forma natural ellos mismos hagan el trabajo.
El personaje principal de los cinco, Gordon (espléndido Peter Mullan), es un hombre calmado y tranquilo, amigo de sus amigos, aparentemente centrado, con trabajo y un hogar. Felizmente casado y con una hija recién nacida. Después está Phil (David Caruso), amigo íntimo de Gordon y al que podemos considerar el segundo al mando del negocio liderado por Gordon. Después está Hank, que se acuesta con la ex-mujer de Phil y que por tanto mantiene una tensa relación con aquél; Mike, que dejó la escuela de abogados y que no parece encajar muy bien en aquel mundo de amiantos y edificios derruidos; finalmente tenemos a Jeff, típico adolescente sobrino de Gordon que se enfrenta al que es su primer trabajo.
Al principio, todo parece ir como la seda, exceptuando la ligera tensión entre Phil y Hank, que el mismo Gordon se encarga de atenuar. Somos testigos, por otro lado, de que hay algo que, ya desde el principio, no va bien en la vida familiar de Gordon. Planos que se van repitiendo en los que vemos al personaje sentado en su coche, con la mirada perdida en su casa, sin que le lleguemos a ver entrando y reuniéndose con su mujer, mientras de fondo escuchamos unos diálogos entre él y su esposa que se cortan abruptamente en el momento de mayor tensión, nos sugieren que ha pasado algo, aunque no se nos revela nada hasta el final de la cinta. Poco a poco, el espectador se da cuenta de la debilidad, fragilidad emocional de Gordon. Especialmente interesante es una de las conversaciones que mantienen Jeff y Hank, en el que éste le explica al nieto de Gordon lo importante que es tener “una vía de escape”, algo que te permita desconectar y en donde refugiarte en los momentos de crisis emocional. A diferecia de los demás personajes, Gordon es el único al que nunca le han visto saltar o exaltarse, siempre ha conservado la calma y la tranquilidad.
La película, al igual que el edificio, presenta personajes y situaciones, y simplemente espera, deja que ellos mismos desencadenen la trama, se toma su tiempo, sin perder nunca una sensación de que algo malo va a ocurrir, como realmente sucede.
Desde el momento en el que Mike escucha la cinta con la sesión 9, en la que la paciente asume por vez primera la personalidad psicópata de Simon, la película no ofrece un momento de respiro, y ahonda en los retorcidos recovecos de la mente humana, desencadenando actos de locura abominable. Especialmente aterradora es la voz de Simon (sobre todo si pensamos que proviene de una mujer de unos 30 años). "Session 9" juega sus cartas a la perfección y consigue provocar ese miedo en estado puro, tan sutil, que tan pocas veces se ve en el cine. En el caso de la voz de Simon, su timbre, su entonación, la forma de pronunciar, casi obsesivamente, la palabra “doctor” al finalizar prácticamente cada oración... realmente espeluznante, sobre todo dentro del contexto del film. El espectador imagina la situación tal y como se sugiere, nunca se muestra, y con tan sólo escuchar y recordar esa voz no puedo evitar que un escalofrío me recorra la espina dorsal.
A partir de este momento Session 9 adopta un tono más explícito y brutal, pero siempre sin regodearse en el gore. Desde que empieza hasta que acaba, "Session 9" es un brillante ejercicio de terror psicológico, una película que ahonda en una personalidad débil y enferma que acaba por convertirse en la peor abominación concebida por el hombre. Como decía el propio Simon: “vivo en los débiles y los enfermos”. ¿Se convirtió en asesino por influencia de algua entidad que lo poseyó? ¿Fue la casa, tuvo algo que ver? En ningún momento se nos proporcionan respuestas definitivas a tales respuestas. Y eso, en última instancia, es lo que hace que "Session 9" provoque una sensación de mal cuerpo, algo malsano, una vez que terminas de verla y te paras a reflexionar sobre lo que acabas de ver.
En definitiva, no se me ocurre nada que criticar a esa maravilla de película, baluarte del mejor cine de terror desde "El Proyecto de la Bruja de Blair", el cual deja a un lado los sustos baratos y los clichés para realmente impactar al espectador con una historia retorcida como pocas. Los actores contribuyen en muy buen grado a la hora de crear tal efecto, ya que están todos geniales, sobre todo Peter Mullan y David Caruso. La fotografía y la música juegan igualmente un importante papel, y es que todos y cada uno de los elementos trabajan al unísono para hacer de esta película una auténtica experiencia de verdadero terror.
En vez de utilizar a algún compositor de renombre, Anderson prefirió seguir los pasos de películas como "El Exorcista", "El Resplandor" o "Mothman Prophecies" y hacer uso de un score nada convencional. Para tal efecto, recurrió a los servicios del dúo Climax Golden Twins, un grupo de música experimental asentado en Seattle. Al igual que otras formaciones similares tales como Tomandandy, Climax Golden Twins utilizan el término “Sound Design” para referir a su música. Este grupo basa su concepto de la música experimental en una serie de pasos que conforman lo que ellos llaman “Climax Golden Process”, que son los siguientes:
1. sound
2. destruction of sound
3. reconfiguration of sound
4. realization that original sound was better
5. gnashing of teeth
6. forgetting of sound
7. sound
8. destruction of sound...
Como ellos mismos explican, su concepto de la música implica una fascinación por las texturas de los viejos y rayados discos de vinilo, así como por las distintas formas de destruir, reconfigurar, transformar, y reproducir el sonido. "Session 9" se beneficia enormemente del concepto musical de este grupo vanguardista y experimental, que aporta una música que contribuye enormemente a la hora de dar vida propia al edificio y a los pensamientos y delirios que acontecen en el interior de las mentes de algunos de los personajes. Es realmente complicado hablar sobre el score de "Session 9", ya que se trata de una constante exhibición de excéntrica, inclasificable y audaz experimentación sonora.
En "Session 9" no hay melodía. Lo más próximo a una melodía se puede encontrar en el segundo corte, titulado "Hobbes Theme", una pieza a piano que transmite a la perfección esa sensación de amplitud, vacío, y al mismo tiempo de muerte, que impera en el interior del edificio. El resto está constituido por una serie de efectos sonoros extraños e inusuales, y atmósferas que crean un ambiente malsano y enferrmo. Se trata de una música difícil de escuchar, y mucho más de disfrutar y reseñar, aunque aquellas personas a las que les gusten los ambientes de Brian Eno encontrarán material de su agrado en este cd, editado por Milán.
A la hora de hacer la banda sonora, los Climax Golden Twins grabaron tonos y reverberaciones de las mismas habitaciones y salas del edificio (que existía en la realidad) y reproductores de cassette, manipulando los sonidos y experimentando con las sonoridades y ecos de los largos e interminables pasillos que recorrían el complejo psiquiátrico. Utilizaron y deformaron sonidos electrónicos, texturas varias, ecos y sonido ambiental y los fusionaron para crear una serie de temas que constituirían finalmente el alma del edificio.
Le correspondió al director Brad Anderson utilizar el material sonoro que le dieron los Climax Golden Twins, cortando, repitiendo y distribuyendo sonidos y ambientes. Este grupo underground define este score como una especie suite sonora, en la tradición de otros vanguardistas como Schopenhauer, Penderecki, Webern o Crum. Su score acaba siendo, en definitiva, una versión no visual de "Session 9", con la misma atmósfera y la misma capacidad de provocar escalofríos y malsana inquietud en el oyente. El último corte del cd, "Piece for Tape Recorder", que se escucha en la parte final de la película en el momento en el que se desata la masacre, está compuesto por Vladimir Ussachevsky.
Calificación de la película: ***** sobre *****
Calificación de la banda sonora: **** de *****
TRACKLIST:
1. A Few Simple Up and Down Jerks – 4:30
2. Hobbes Theme – 2:08
3. Noon, About Noon – 5:05
4. I Live in the Gut – 6:10
5. Mortified Pride – 1:36
6. Exit Plan – 2:11
7. I Want to Talk to Amy – 1:12
8. I saw You – 1:53
9. Ward A – 5:52
10. Seclusion – 3:26
11. Disappointed Expectations – 10:29
12. Piece for Tape Recorder – 5:38
Escrito por: Luis
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