Dir. Robert Rodriguez
Int. George Clooney, Quentin Tarantino, Salma Hayek
108 min. EE.UU.
Dos hermanos delincuentes, interpretados por George Clooney y Quentin Tarantino, huyen de la policía en dirección a México, donde esperan poder retirarse y disfrutar de lo cosechado en sus crímenes. En su huida toman como rehenes a un predicador en crisis tras la muerte de su mujer en un trágico accidente (Harvey Keitel) y sus dos hijos, para poder cubrirse las espaldas en caso de cualquier contratiempo.
Al cruzar la frontera, han de dirigirse a un garito llamado "La Teta Enroscada", un bar establecido como lugar de paso para camioneros y demás viajeros que busquen alcohol, drogas y sexo durante su camino. Allí han de reunirse con otros delincuentes mejicanos para sellar definitivamente su nuevo cambio de vida. Sin embargo, y cuando parecía que las dificultades habían acabado para los hermanos al cruzar la frontera y escapar de las autoridades norteamericanas, la situación se descontrola cuando, al anochecer, el bar se muestra tal y como es en verdad: un antro plagado de vampiros del cual no podrán escapar y en el que tendrán que sobrevivir hasta que amanezca.
Tal y como puede deducirse del argumento, esta película consta de dos partes claramente diferenciadas: la primera parte narra las dificultades que encuentran los dos criminales en su huida a territorio mejicano, y podría, como tal, considerarse como una típica historia de gángsters no muy diferente en estilo a las geniales películas con las que Quentin Tarantino, autor del guión a partir de una historia de Robert Kurtzman, saltó a la fama.
La segunda parte, que ocupa la segunda mitad de la película, narra, sin perder ese toque paródico y desenfadado tan característico del director, los violentos enfrentamientos entre vampiros y humanos en el interior del antro.
Ese cambio tan brusco e inesperado a mitad de la película es lo que hace que sea ésta una película peculiar: lo que al principio parecía ser un thriller dramático de criminales huyendo de la justicia con sus rehenes acaba convirtiéndose en una horripilante orgía de sangre sin que haya alguna justificación para tan inesperado cambio. Pero ¿acaso alguien echa en falta una justificación? Y es que el resultado final no puede ser más brillante.
“Abierto Hasta el Amanecer” es un film divertido, entretenido, y que no se toma muy en serio a sí mismo, ofreciendo justamente lo que cabría esperarse de un producto con la firma Tarantino/Rodríguez: sangre, lenguaje soez, tipos duros, ritmo acelerado, mucha acción, una música algo hortera, violencia extrema sin venir a cuento, abiertas y explícitas alusiones al sexo, y un sentido del humor más que discutible.
La película cuenta, entre otros muchos atractivos, con un magnífico George Clooney metido en la piel del mejor y más carismático personaje de toda la película, un criminal frío, racional y meticuloso, duro pero con escrúpulos, en oposición al personaje enfermizo, decadente y mentalmente inestable interpretado por Tarantino. Ambos están secundados por actores de la talla de Harvey Keitel y la muy sexy Juliette Lewis, sin olvidarnos de destacados cameos como el de Fred Williamson, John Saxon, Michael Parks, Cheech Marin o el mismísimo Tom Savini.
Es una lástima que en la segunda parte de la película los personajes principales pierdan todo atisbo de interés: y es que si en la primera parte sí había un intento, aunque exiguo, de perfilarlos y retratarlos debidamente, ahondando en lo que cabe en sus intereses, motivos y aspiraciones, todo esto se pierde desde el momento en el que los vampiros hacen acto de presencia. En ese momento, los personajes se vuelven completamente planos, siendo suplidos por lo que realmente importa en la segunda mitad del metraje: sangre y vísceras.
Pese a todo esto, y en relación a la parte que más nos interesa, es decir, la parte adscrita al género del terror, esta película cuenta con bastantes momentos memorables, como la escena en la que Harvey Keitel improvisa una cruz con dos armas de fuego, además de, por supuesto, la escena del baile que nos brinda una espectacular y sensual Salma Hayek, la cual ofrece uno de los momentos de más alta carga erótica jamás vista en el género de vampiros, danzando al ritmo de la música con una enorme serpiente recorriendo su voluptuoso cuerpo semidesnudo.
La Hayek consigue hechizarnos y seducirnos con su sensual número de baile, en donde además utiliza su boca y su pie descalzo para dar de beber a un afortunado Quentin Tarantino que ve así cumplida una de sus recurrentes obsesiones, el fetichismo de pies femeninos. Nada que objetar a esto, Quentin.
Esta escena de baile vampírico me recordó ligeramente a la de “Vamp” de Richard Wenk, una película algo casposilla y cutre rodada justo diez años antes, y la cual contaba igualmente con un bar de vampiros regentados por otra maligna vampira que también gustaba de montar numeritos de baile para satisfacer a su variopinta clientela.
Sin embargo, "Abierto Hasta el Amanecer" aprovecha mucho más las posibilidades que ofrece la idea del cubil de chupasangres oculto bajo la apariencia de un club de alterne con chicas, alcohol y drogas. En especial, Rodríguez acierta completamente a la hora de acentuar la atmósfera decadente y cutre del local.
Otro elemento que hace de ésta una película a tener en cuenta es la interesante vinculación que establece entre los vampiros y la cultura maya (desde los ornamentos que luce Hayek, por ejemplo, o la serpiente, un elemento de gran valor simbólica en dicha cultura, hasta el mismo local, que, como puede verse al acabar la película, resulta formar parte de las ruinas de un templo maya), si bien no se profundiza en esta relación, solamente se sugiere.
Por éste y otros muchos motivos "Abierto Hasta el Amanecer", sin ser una obra excelente (aunque tampoco sea ése su objetivo), es un filme que merece ser visto por cualquier buen aficionado al género, a pesar de algunas decisiones bastante desafortunadas, que reflejan algunos de los vicios más comunes en el género durante aquellos años, como por ejemplo la muy lamentable caracterización de los vampiros como monstruitos de feria, muy en la línea de la ofrecida en la serie "Buffy Cazavampiros" y en películas anteriores como "Noche de Miedo" (1985). Así, cuando estos no-muertos se muestran tal y como son en verdad, bichos de colores muy feos y repugnantes, se les pierde el respeto; y es que, más que miedo, producen risa.
Calificación de la película: **** sobre *****
Escrito por: Luis
No hay comentarios:
Publicar un comentario